84-7517-759-X
No quisiera morir = Je voudrais pas crever
Boris Vian
Editorial: Hiperión Fecha de publicación: 04/04/2003 Páginas: 80Formato: Rústica, 20 x 14 cm.
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Los inolvidables personajes de Joël y Citroën fueron creados por Boris Vian a la medida del estremecedor delirio al que él cree que suelen conducir por un lado la dominación materna y, por el otro, el inevitable conflicto entre la vida autónoma, secreta de la infancia y la tiranía de la familia y la presión social. También se sirve del siniestro Jacquemort, un psicoanalista en busca de pacientes, para satirizar tanto el enloquecido mundo de los llamados cuerdos como el psicoanálisis y el comportamiento existencialista, tan en boga en aquellos años. Es precisamente en el ciclo de novelas escritas entre 1947 y 1953, al que pertenece "El arrancacorazones", en el que Vian parece haberse asentado en un universo que le es finalmente propio, en un mundo de fábula poética cargada de fantasía, pero también de tensión y violencia, en la que la experiencia de los niños desafía los valores de los adultos.
1ª edición.
Creador de un universo irreal y paradójico reflejado emblemáticamente en «La espuma de los días» (L5531), BORIS VIAN (1920-1959) conoció la celebridad gracias a una serie de "novelas negras" concebidas a imitación de la novela policiaca americana que firmó con el seudónimo de Vernon Sullivan. Perteneciente a esa serie y publicada en 1950, CON LAS MUJERES NO HAY MANERA teje en torno al núcleo argumental -la persecución de una banda de traficantes de droga por parte de dos hermanos convertidos en improvisados detectives- un número de peripecias en que la crueldad y la violencia se funden con el humor en simbiosis perfecta.
Ambientada en un universo cercano a lo surreal, típicamente representativo de la vida y de la obra de BORIS VIAN (1920-1959), LA ESPUMA DE LOS DÍAS, calificada en su día por R. Queneau como «la más desgarradora novela de amor contemporánea», narra dos historias de amor paralelas protagonizadas por unos personajes de alma adolescente distintas manifestaciones, en realidad, de un misma y única pugna: la de la pureza frente a un mundo hostil. Sorprendidos primero, y luego superados por la lógica absurda de unos acontecimientos que no controlan trasunto, en último término de la lógica que rige la vida, Colin y Chloé, Chik y Alise, asisten con impotencia a su inexorable y, a la postre, brutal expulsión del paraíso, revelándose la novela finalmente como la fúlgida y dolorosa metáfora de la destrucción de la inocencia. Otras obras de Boris Vian en esta colección: «Con las mujeres no hay manera» (L 5551).
Selección de guiones que recoge el territorio completo de la escritura fílmica de Boris Vian desde sus comienzos. Se podría decir que el guión de cine fue el primer género al que se entregó al decidir escribir. Como Raymond Queneau, no estaba lejos de pensar que el cine constituía el medio de expresión, el arte más evolucionado de nuestro tiempo.
El lector descubrirá primero sus ensayos iniciales, a veces ingenuos y de oficio tentativo. Pero la parte más importante del libro, al menos cuantitativamente, reúne los textos escritos a partir de los años cincuenta en los que el escritor de cine revela una total posesión de oficio.
Los inolvidables personajes de Joël y Citroën fueron creados por Boris Vian a la medida del estremecedor delirio al que él cree que suelen conducir por un lado la dominación materna y, por el otro, el inevitable conflicto entre la vida autónoma, secreta de la infancia y la tiranía de la familia y la presión social. También se sirve del siniestro Jacquemort, un psicoanalista en busca de pacientes, para satirizar tanto el enloquecido mundo de los llamados cuerdos como el psicoanálisis y el comportamiento existencialista, tan en boga en aquellos años. Es precisamente en el ciclo de novelas escritas entre 1947 y 1953, al que pertenece El arrancacorazones, en el que Vian parece haberse asentado en un universo que le es finalmente propio, en un mundo de fábula poética cargada de fantasía, pero también de tensión y violencia, en la que la experiencia de los niños desafía los valores de los adultos.
El ingeniero Wolf y su ayudante, el mecánico Lazuli, construyen una máquina del tiempo gracias a la que Wolf pretende, mediante el retorno a su infancia, conjurar todos los errores y todas las obsesiones que le habían acosado entonces. Sólo exorcizando aquellas sombras estará, cree él, en condiciones de recuperar la facultad de gozar de los fugaces instantes de felicidad que le brinda la vida. Pero todos sabemos que los inquisidores no aceptan semejantes audacias y quién sabe si Wolf conseguirá sobreponerse a ellos?Esta es tal vez la novela más intimista y menos burlesca de Vian, y muchas de las situaciones remiten sin duda a su vida personal. No obstante, a la ternura que inspira esta historia, a la vez dolorosa y patética, Vian no puede dejar de añadir, como siempre en toda su obra, la desbordante fantasía y la lúcida insolencia que otorga a personajes e historias esa mágica y contagiosa vitalidad que atrapa de principio a fin a sus lectores de ayer y de hoy, más que incondicionales adictos.